La economía del dónutnació de la mano de la economista y profesora de la Universidad de Oxford, Kate Raworth, con el objetivo de regenerar el planeta y la economía, de una manera más segura, justa y sostenible. La ciudad pionera en utilizar este modelo fue Ámsterdam, y le siguieron importantes urbes europeas como Copenhague o Londres. Se cree, en la actualidad, que esta teoría podría ser la gran solución ante la crisis económica y medioambiental.
Esta teoría surgió ante la posibilidad de cubrir las necesidades de la sociedad sin tener que comprometer la salud del planeta, usando los recursos de manera sostenible. Por ello, la economía del dónut es ni más ni menos que una teoría que sale a la luz para conseguir el equilibrio perfecto entre el bienestar humano y el de la tierra. Es tras esta esencia que se representa este modelo como la salvación para lograr un lugar seguro y justo para la humanidad.
Pero ¿de qué manera nació? Pues bien, este modelo bebe de diferentes teorías, como la propuesta hace unos años por Johan Rockström y Will Steffen, nueve límites planetarios; o bien, los tan conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenibles, propuestos por la ONU.
Ahora es momento de imaginarse el diseño circular, esbozado en 2012, y que tras la pandemia se le dio una gran importancia. Un modelo en forma de rosquilla que cuenta con dos círculos concéntricos. En la parte interior, reinan los requisitos básicos de la sociedad, como la comida, la salud, la educación, el trabajo, la igualdad de género, la vivienda o la energía, entre otros. La parte exterior, en cambio, está protagonizada por los límites medioambientales, como el cambio climático, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, entre otros problemas que está experimentando nuestro planeta y ecosistema.
Existe otra parte del dónut, su masa. Un espacio que interpreta el lugar donde la humanidad puede prosperar, es decir, un sitio que sea seguro, sostenible y justo. Pero ¿de qué manera? Reduciendo las desigualdades sociales y garantizando la sostenibilidad de la tierra.
En conclusión, lo que se pretende con este tipo de economía circular y sostenible es dar un vuelco radical al actual paradigma, donde el Producto Interior Bruto es el modelo económico por excelencia en la actualidad; y concienciar a la sociedad de que el crecimiento económico tan solo existe si hay un desarrollo del bienestar social y el medioambiental.
La economía del donut: clave para lograr una economía circular en 2030
Como hemos comentado anteriormente, Ámsterdam es la ciudad que mejor representa este modelo económico, social y ambiental. Sus objetivos en la nueva normalidad pandémica se basan en la reutilización de materias primas y otros elementos. De hecho, sus metas para alcanzar este tipo de economía son:
- Reutilizar materiales de construcción y el uso de material sostenible y ecológico.
- Compartir, reutilizar o reparar objetos, sobre todo, aparatos electrónicos, como móviles, para evitar los desechos contaminantes. En nuestro país, por ejemplo, hay más de 45 millones de teléfonos apartados en espacios de gestión de residuos.
- Reducir la mitad de comida desperdiciada para el 2030, ya que las estadísticas actuales en Holanda preocupan al gobierno, con la escalofriante cifra de 41 kilos de comida desaprovechada al año por cada habitante.
- Reducir la compra nueva y apostar por las tiendas de segunda mano o los servicios de reparación, para de esta manera poder mejorar el medioambiente.
Tras ver estos objetivos, nuestra pregunta es la siguiente: ¿cuándo nuestro país se enfrentará a los desafíos sociales y medioambientales? Barcelona ha sido la primera ciudad en querer sumarse a este modelo, y fomentar una ciudad más sostenible de la mano de la C40, la red mundial de ciudades que hacen frente a la emergencia climática, con la colaboración de DEAL, Dougnouts Economist Action Lab.
Es necesario dejar de lado la insaciable necesidad de crecimiento, y centrarnos en la igualdad social y en la salud medioambiental. Y este objetivo solo se conseguirá con un modelo económico mucho más sostenible.
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